Antes de la era de los satélites, los meteorólogos contaban con datos muy limitados procedentes de barcos, estaciones meteorológicas y globos sonda. Gran parte de los océanos del mundo —donde se originan la mayoría de los huracanes— permanecía sin observar. Todo cambió con el lanzamiento del primer satélite meteorológico en 1960, que envió las primeras imágenes de los sistemas nubosos de la Tierra. Hoy en día, una constelación completa de satélites orbita nuestro planeta, proporcionando datos continuos que sustentan prácticamente todas las previsiones meteorológicas y los análisis climáticos.
El monitoreo meteorológico moderno depende principalmente de dos tipos de satélites:
- Satélites geoestacionarios, que orbitan a gran altura sobre el ecuador y observan constantemente la misma región de la Tierra, capturando nuevas imágenes cada pocos minutos. Su visión continua es esencial para seguir el desarrollo rápido de las tormentas.
- Satélites de órbita polar, que vuelan más cerca de la Tierra, cruzando de polo a polo y escaneando todo el planeta varias veces al día. Estos proporcionan datos globales de alta resolución que alimentan los modelos de predicción meteorológica y los sistemas de monitoreo climático.
Los satélites transportan instrumentos avanzados que detectan diversas formas de radiación electromagnética, incluidas las longitudes de onda visible, infrarroja y de microondas:
- Imágenes visibles: muestran las cimas de las nubes y la estructura de los huracanes tal como se verían desde el espacio.
- Sensores infrarrojos: miden la temperatura de las cimas de las nubes y de la superficie del mar, permitiendo a los meteorólogos estimar la intensidad de las tormentas, incluso de noche.
- Sensores de microondas: penetran las nubes densas para revelar la lluvia, la velocidad del viento y las condiciones de la superficie oceánica.
- Instrumentos de radar: mapean inundaciones y siguen la altura de las olas.
Izquierda: imagen infrarroja sin procesar con mapa de color aplicado (Windy.com), centro: combinación postprocesada de canales visuales e infrarrojos (Windy.com), derecha: composición de canales visibles e infrarrojos superpuestos con datos de radar (meteoblue.com)
En conjunto, estos sistemas crean una imagen completa y multicapa del desarrollo de una tormenta y de su posible impacto, haciendo que la detección temprana y la respuesta ante desastres sean mucho más eficaces que en el pasado.
Cuando un huracán empieza a formarse sobre aguas tropicales cálidas, los satélites supervisan los cambios en los patrones de viento, la temperatura y la formación de nubes. A medida que la tormenta se intensifica, rastrean su ojo y estiman la velocidad de los vientos, lo que ayuda a prever su trayectoria. Durante el impacto en tierra, los satélites proporcionan actualizaciones casi en tiempo real para los servicios de emergencia y, posteriormente, ayudan a cartografiar las zonas inundadas, evaluar los daños en infraestructuras y apoyar las labores de recuperación.
Algunos de los huracanes más potentes y devastadores de los últimos años se han seguido desde el espacio: en 2015, el huracán Patricia se convirtió en el más intenso jamás registrado en el hemisferio occidental, con vientos de hasta 346 km/h. Los datos satelitales permitieron a los meteorólogos seguir su rápida intensificación en tiempo real y emitir alertas antes del impacto. De forma similar, en 2024, el huracán Milton pasó de depresión tropical a categoría 5 en menos de 49 horas, el proceso más rápido registrado en el Atlántico. Los satélites meteorológicos captaron estallidos de rayos en el interior del ojo del huracán, ayudando a los científicos a comprender cómo la actividad eléctrica puede indicar un fortalecimiento repentino de la tormenta.
Más recientemente, el supertifón Ragasa (2025) en el Pacífico occidental alcanzó la categoría 5, con vientos superiores a 300 km/h. Los satélites geoestacionarios observaron de forma continua la estructura del ojo, los estallidos convectivos y los cambios rápidos en la intensidad, mientras que los satélites de órbita polar proporcionaron datos detallados sobre temperatura, humedad y precipitación. Estas observaciones combinadas permitieron emitir avisos a tiempo y mejorar las predicciones de trayectoria.
Para ver estas observaciones en acción, meteoblue ofrece una composición global de imágenes de satélite y radar de alta resolución. En Europa, las imágenes se actualizan cada quince minutos, mostrando el movimiento de las nubes, la precipitación y la actividad atmosférica en tiempo real. Las visualizaciones satelitales de meteoblue se crean con datos de GOES-19, GOES-18, Himawari-9 y los satélites Meteosat y MTG de EUMETSAT. Estos satélites capturan imágenes en luz visible (0,6 μm) y en el espectro infrarrojo (10,8 μm), proporcionando información complementaria sobre la estructura de las nubes, la temperatura y el desarrollo de las tormentas. Los datos brutos de los distintos satélites se co-registran y combinan sin interrupciones para corregir pequeñas diferencias entre las imágenes. Posteriormente se calibran y procesan en imágenes monocromáticas de un solo canal, que luego se fusionan ajustando el contraste, la iluminación y los detalles finos, dando lugar a representaciones realistas y de alto contraste de los sistemas meteorológicos globales.
Descúbrelo tú mismo y explora en tiempo real los movimientos nubosos, tormentas y otros fenómenos meteorológicos con las imágenes de satélite de alta resolución de meteoblue.